El dedito de Elena Valenciano (y otros políticos)

Foto de EDDC.net

«Es verdad que el Twitter de Rubalcaba es muy famoso, pero hay todo un equipo detrás y lo decimos. El mío, que es muy famoso también, sólo tiene de equipo este dedito», decía esta mañana sonriente Elena Valenciano, levantando el pulgar de su mano derecha, en el plató de Espejo Público. Visto en su contexto, a más de uno le podría parecer un titular casi anecdótico. En absoluto. Y más teniendo en cuenta que Valenciano es la coordinadora de la campaña de Rubalcaba. La madrileña, sin querer, viene a decir algo así como (traducción mía): «Que sí, que el perfil de nuestro candidato está muy bien, pero porque se lo hacen. El mío tiene más mérito porque me lo hago yo solita». Y, ¿saben qué? Elena Valenciano tiene toda la razón del mundo.

En una época en la que la sociedad en general no se siente escuchada por los políticos, que cree que no le solucionan los problemas, que de hecho percibe que ellos son un problema en sí mismo (no lo dice el 15-M, lo dice el CIS), el simple hecho de que un político se tome unos minutos al día para ver -incluso responder a- lo que el ciudadano le tiene que decir, denunciar, sugerir o criticar casi resulta, para algunos, un soplo de aire fresco.

Y no vale la excusa de que los políticos no tienen tiempo para estar tuiteando. Dicen que Lady Gaga o Justin Bieber (los más populares en Twitter, rondando los 13 millones de seguidores) entran con frecuencia en su perfil e incluso responden personalmente a muchos de los mensajes. «Si Lady Gaga tiene tiempo para hacer algo así», apostilla Delia Rodríguez, periodista experta en estas lides, con la que hablé ayer, «¿por qué no un político?». Es una muy buena pregunta.

Algunos intentaron colárnosla con cuentas personales que no eran tal, como Rosa Díez; sin mala intención, supongo, pero lo cierto es que la metedura de pata sentó cátedra en el gremio. Moraleja 1: no digamos que tuiteamos nosotros cuando no lo hacemos. Luego, a la cuenta de Cospedal se le colaron unos tuits automáticos anunciando mítines que ya se habían cancelado. Moraleja 2: ni siquiera nos podemos fiar de nuestro equipo. Total, ahora a muchos políticos el «capricho» del Twitter ya no les hace tanta gracia. De hecho, en el PP, se han pensado muy mucho si abrirle uno a Rajoy de cara al 20-N. Finalmente han decidido que sí. Pronto estará disponible. Y en Génova, creo yo, cruzan dedos.

¿Que a quién le ha ido mejor? Sin duda, a los -pocos- políticos que han cogido el toro por los cuernos y han decidido llevar ellos, y sólo ellos, su propia cuenta. Llamazares -que tiene tres veces más seguidores que su secretario federal, Cayo Lara-, Albert Rivera, Cristina Cifuentes, la propia Valenciano… ¿Ventajas para ellos? Todas, siempre que no digan alguna frase susceptible de convertirse en un hashtag acabado en facts (Ana Botella ya lo consiguió, y eso que no tiene cuenta) y que no se dejen arrastrar por los trolls y acaben insultando al personal (aunque parece que eso les pasa más a los cantantes, como Andrés Calamaro o Alejandro Sanz)

¿Y ventajas para el ciudadano? ¿Las hay? Pues llámenme iluso, pero sí. Saber que nuestros -teóricos- representantes están dándole al dedito leyendo y escribiendo (conversando) con nosotros, tomando nota, huele a democracia. Más real o menos, eso ya no lo sé.


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